lunes, 18 de noviembre de 2019

Oliver Sacks, el neurólogo que narraba


Si algo es aburrido, para quienes no estamos en el gremio pero sospecho que también para los propios médicos, son las historias clínicas. Nada bueno puede tener lugar con inicios como: “Pac., fem, 45, cursa con px de tr lat amnio deamb con tx de ml…”
Claro que hay excepciones, ¡grandes excepciones!, la de aquellos que descubren en ellas otras facetas tanto humanas como literarias. 
Uno de estos casos es el del doctor Oliver Sacks -protagonista frecuente de este espacio- que por medio de sus libros ha permitido que personas totalmente ajenas a la especialidad nos interesemos por la neurología (posiblemente su obra más conocido es “El hombre que confundió a su mujer con un sombrero”). Él mismo nos habla de sus inicios.
(…) en Nueva York encontré un trabajo que significaba algo para mí, en un hospital para enfermos crónicos del Bronx (en Despertares le di el nombre de “Monte Carmelo”). Los pacientes me fascinaban, me preocupaba mucho por ellos, y me tomé como una especie de misión contar sus historias: historias de situaciones prácticamente desconocidas, casi inimaginables para el público en general, y, desde luego, para muchos de mis colegas. 
Fue así como después de un largo proceso encontró lo que le apasionaría durante el resto de su vida. Claro que no fue fácil distanciarse del formato habitual de las historias clínicas al tiempo que recibió incomprensión por parte de muchos de sus colegas.
Había descubierto mi vocación y me entregué a ella en cuerpo y alma, con total determinación, y con  muy poco apoyo por parte de mis compañeros de profesión. Casi sin darme  cuenta, me convertí en un narrador en una época en que el relato médico casi había desaparecido. 
Los obstáculos no lo hicieron claudicar y encontró inspiración en figuras señeras de la investigación neurológica.
Aquello no me disuadió, pues sentí que mis raíces se hundían en las grandes historias neurológicas del siglo XIX (y para ello sí encontré el aliento del gran neuropsicólogo ruso A. R. Luria). 
El compromiso y cariño del doctor Sacks hacia sus pacientes, lo condujo a multiplicar sus horas de consulta, observación e investigación que lo alejaron del tipo de vida –muy desordenada, por decir lo menos- que él mismo nos permitió conocer en sus notas autobiográficas. A partir de este momento todo cambiaría. “Durante muchos años llevé una existencia solitaria, casi monacal, pero profundamente satisfactoria.”
¿Cómo fue su existencia antes de ello? Ya lo veremos en otro momento.

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