miércoles, 11 de diciembre de 2019

Intelectuales de buen diente


No es novedad para nadie que muchos intelectuales no solo aprecian la cultura libresca sino también la culinaria. Amplia es la lista de quienes su pasión por la buena mesa compite con sus desvelos intelectuales. Fueron muchos quienes, por decir lo menos, no militaron en las filas de la moderación y ello los llevó a severos quebrantos de salud e incluso a la muerte.

El primer caso lo ilustramos con lo que narra Rafael Barajas, El Fisgón, en relación a Carlos Pellicer.  

Cuentan que en una ocasión Carlos Pellicer fue invitado a una cena lujosa y abundante. El poeta era glotón y comió mucho más de lo que su cuerpo podía aguantar; se indigestó tanto que se puso mal y tuvieron que llamar una ambulancia; mientras los enfermeros subían al paciente a la camilla, él susurraba, desesperado, unas palabras ininteligibles. Uno de los camilleros se acercó para escuchar lo que bien podían ser las últimas palabras del Poeta de América y pudo descifrar que decía: "No me lleven... No me lleven... me falta el postre... me falta el postre..."

En cuanto a situaciones donde la muerte pudo haber estado estrechamente vinculada al exceso en la ingesta, nos guiamos por lo que cuenta Edgardo Cozarinsky  en sucesos ocurridos en ambos márgenes del Río de la Plata.

Adolfo Bioy Casares solía recordar las muertes por gula que habían coronado la vida de algunos intelectuales. En la Argentina el historiador Carlos Alberto Erro falleció después de haber vaciado en medio de la noche el contenido de su heladera y el profesor de Filosofía Francisco Romero, después de haber ingerido el asado organizado en su honor por un grupo de intelectuales uruguayos.

Finalmente Cozarinsky –tomando nuevamente como fuente a Bioy Casares- alude al caso de otro reconocido intelectual.

Entre las "últimas palabras" menos prestigiosas que registra la Historia, mencionaba las pronunciadas por el gran poeta católico Paul Claudel: "¿Qué opina, doctor? ¿Habrá sido el salchichón?".

Llegados a este punto nos quedaremos con la misma duda que Claudel ya que la fuente no menciona nada respecto a la respuesta del galeno.

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