Mucho se ha insistido en la
potencialidad de la música (aunque hay que aclarar, como sucede con las ofertas
en algunos comerciales, que aquí también “aplican restricciones”) para calmar
en momentos difíciles, para serenar cuando se atraviesan situaciones estresantes.
Esto sucede tanto al público en general como a los propios artistas, como lo
reconoce Concha Buika –entrevistada por Diego Manso- cuando revela que en su
caso no sólo la calma sino que también le trae otro tipo de beneficios.
-¿Y
compone todo el tiempo?
-Sí,
mucho. Compongo para no odiar a nadie.
-¿Cómo es
eso?
-Hace
unos días me dejó mi chico. El chico con el que estaba desapareció. Yo puedo
optar por odiarlo pero, aparte de que no sería justo, puedo ponerlo en una
canción y me va a traer dinero. ¿Cómo puedo odiarlo si me he comprado un coche
gracias a él? Yo canto para no volverme loca y compongo para no odiar…
Esta faceta de la música está
muy lejos de agotarse en el ámbito personal o familiar, tal como queda de
manifiesto en las reflexiones del reconocido director Daniel Barenboim quien
pone de relieve el compromiso de la música con la libertad.
¿La
música tiene un propósito, un propósito social? Y, si es así, ¿cuál es? ¿Es
proporcionar consuelo y entretenimiento o es plantear cuestiones perturbadoras
al intérprete y al oyente? Si piensas en el papel que la música y mucho más que
la música –el teatro, la ópera- tuvieron en la sociedad y en los regímenes
totalitarios, verás que era el único marco en el que podían criticarse las
ideas políticas y la opresión social. En otras palabras, una interpretación de
Beethoven, bajo los nazis o bajo cualquier tipo de régimen totalitario, sea de
derechas o de izquierdas, asume súbitamente la llamada a la libertad, se
convierte incluso en una crítica muy directa a la política de ese régimen y,
por lo tanto, es realmente algo mucho más perturbador; al mismo tiempo, eleva
el espíritu.
Una diferencia con la
literatura es que la música al no requerir traducción tiene un mayor campo de
acción, tal como lo reconocía Mstislav Rostropóvich al tiempo que se quejaba por
lo poco que se había aprovechado esa posibilidad: “Dios nos ha dado un sólo
idioma, la música, para la que no hace falta traductores, pero no hemos sido
capaces de usarla para unificar el mundo.”
Hace ya unos cuantos años
Daniel Barenboim y Edward W. Said (amigos unidos en sus muchas diferencias) decidieron
pasar a los hechos promoviendo la formación de una orquesta juvenil integrada tanto
por músicos palestinos como israelíes, lo que a todas luces parecía imposible.
Los inicios no fueron sencillos –de acuerdo al testimonio de Barenboim- dado
que cada quien llegó con sus prejuicios.
Lo que a
mí me parecía extraordinario era la ignorancia que existía respecto al “otro”.
Los chicos israelíes no podían imaginar que hubiera personas en Damasco, Amán y
El Cairo que fueran capaces, realmente, de tocar el violín y la viola. Creo que
los músicos árabes sabían que había vida musical en Israel, pero no conocían
mucho de ella. Uno de los chicos sirios me dijo que nunca había conocido a
ningún israelí antes; para él, un israelí era alguien que representa un ejemplo
negativo de lo que puede pasar en su país y en el mundo árabe.
Una vez allí, convocados por
una pasión compartida, tuvieron que acercarse para emprender la tarea común.
El mismo
chico se encontró compartiendo atril con un violoncelista de Israel. Trataban
de tocar las mismas notas, con la misma dinámica, con el mismo movimiento del
arco, con el mismo sonido, con la misma expresión. Trataban de hacer algo
juntos. Es así de sencillo. Estaban tratando de hacer algo juntos, algo que les
importaba a los dos, algo que les apasionaba a los dos.
Y claro que no hay como acercarse
al otro para romper prejuicios; ya nada –concluye Daniel Baremboim- volvería
ser igual para ellos. “Bien, una vez conseguido, ya no pueden mirarse de la
misma manera, porque han compartido una experiencia común. Y para mí, esto es,
de verdad, lo importante del encuentro.”
¿Qué si esto acabó con el
conflicto? Por supuesto que no, pero… ¿ello invalida los esfuerzos realizados
por Said y Barenboim así como por muchos otros grupos que procuran construir
puentes enfrentando la opinión de tanta gente prudente?
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