Mucho se ha insistido que el
libro atribuido a Leonardo da Vinci sobre temas gastronómicos y de urbanidad,
es apócrifo. Lo que nadie discute es el tono divertido del mismo y para
ejemplificarlo transcribimos el apartado titulado “Acerca de los procederes indecorosos en la mesa de Mi
Señor Ludovico”.
Hay ciertos procederes indecorosos que debe evitar todo
invitado a la mesa de Mi Señor Ludovico (este catálogo está basado en
observaciones que realicé a lo largo del último año entre los que se sentaron a
esta mesa):
Ningún invitado se deberá sentar encima de la mesa, ni de
espaldas, ni en la falda de otro invitado.
No deberá poner su pierna encima de la mesa.
No pondrá para comer su cabeza en el plato.
No tomará la comida de su vecino sin pedirle permiso
antes.
No colocará trozos de su propia comida masticados a
medias en el plato de su vecino sin primero preguntarle.
No limpiará su cuchillo en la ropa del vecino.
No tallará sobre la mesa con su cuchillo.
No pondrá comida de la mesa en su bolso ni en su bota
para comerla después.
No limpiará su armadura en la mesa.
No morderá la fruta y la devolverá a la fuente.
No escupirá frente a él.
Ni tampoco a un costado.
No pellizcará ni golpeará a su vecino.
No dará codazos ni hará ruidos con la nariz.
No hará caras feas ni girará los ojos.
No se llevará el dedo a la nariz ni al oído mientras
conversa.
No hará modelos, ni nudos, ni encenderá fuego sobre la
mesa (a no ser que se lo pida Mi Señor).
No soltará sus pájaros en la mesa.
Así como tampoco escarabajos ni víboras.
No tocará el laúd o algún otro instrumento que pudiera molestar
a su vecino (a no ser que se lo pida Mi Señor).
No cantará, ni hará discursos, ni gritará, ni dirá
acertijos obscenos si a su lado hay una dama.
No conspirará en la mesa (a no ser que lo haga con Mi
Señor).
No hará a los pajes de Mi Señor sugerencias lujuriosas ni
jugará con sus cuerpos.
No se tirará encima de su vecino en tanto esté sentado a
la mesa.
No golpeará a los sirvientes (sólo puede hacerlo en caso
de su propia defensa).
Deberá abandonar la mesa si está por vomitar.
Y lo mismo si tiene que orinar.
En
lo que no hay desacuerdo es en cuanto a que Leonardo da Vinci era aficionado a
la buena comida como mucho tiempo después lo fue Julio Camba, quien también
enunció algunas “normas del perfecto invitado”, de entre las que seleccionamos
algunas.
Si la
esposa del anfitrión le da a usted a elegir entre muslo y la pechuga de un
pollo, puede usted, según su confianza en la casa, interpretar el tema
alegóricamente (…)
Tenga
usted siempre un régimen alimenticio, un régimen contra la obesidad, contra la
arterioesclerosis o contra cualquier otra cosa, y cuando le den a usted una
mala comida, apóyese en el régimen. Es la mejor política.
Cuando,
en cambio, le ofrezcan a usted una comida excelente, mande el régimen a paseo. Lo
mejor de cualquier régimen es el placer de quebrantarlo. (…)
Si no
sabe usted pelar las frutas de un modo elegante, agárrese a la teoría de las
vitaminas y renuncie a pelarlas.
Será cuestión de tener en
cuenta estos consejos ahora que se aproximan las fiestas de fin de año.
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