De mi padre he heredado muchas aficiones pero el gusto
por las novelas policiales no ha sido precisamente una de ellas. Muy buen
lector de distintos géneros, podía estar horas ajeno a lo que le rodeaba y
pendiente exclusivamente de lo que sucedía dentro de los libros. Su
predilección iba por el lado de las novelas policiales que adquiría o canjeaba
tanto con amigos como en puestos que a ello se dedicaban.
Por mi parte, y lo confieso con cierta culpa, me
parece recordar que nunca pude concluir la lectura de uno solo de estos libros
por los cuales no siento la menor simpatía. Cuando me preguntan del por qué de
mi aversión al género, no dispongo de razones convincentes. Bueno, no las tenía
porque hace poco las hallé leyendo a Alejandro Zambra
(…) nunca me han gustado mucho las novelas policiales.
He leído dos o diez muy buenas, pero me parece cansador eso de andar por el
mundo buscando al culpable y robándoles un tiempo sin duda valioso a los
testigos. El asesino, finalmente, es siempre el autor, que en las últimas
páginas de la novela confiesa lo que sabía desde un principio.
Nadie quita –y Zambrano lo subraya- la sagacidad que
exige desarrollar una buena intriga.
Escribir novelas policiales es un innegable ejercicio
de destreza, y eso es lo que suele celebrarse de los grandes cultores del
género: la virtud estratégica de distribuir las pistas, la capacidad de armar,
con los elementos de siempre, una historia que sorprenda.
Contrariamente a lo que pudiera creerse, Alejandro
Zambra parece encontrar un aire de familia entre la novela policial y la
poesía.
Pienso en las novelas policiales porque representan un
modelo limpio de escritura. Escribir una novela policial debe ser, en este
sentido, parecido a escribir un soneto: la dificultad es, ante todo, técnica.
Prevalece la tarea bien hecha y poco importa si el autor tenía o no tenía algo
que decir.
Nada de esto compartirán los aficionados a la lectura
de novelas policiales, mismos que seguramente encontrarán razones de mucho peso
para contra-argumentar debidamente.
Mi padre hubiese sido uno de ellos.
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