viernes, 17 de abril de 2020

En tiempos de pandemia: aprendizajes para recordar


En un artículo anterior me permití discrepar nada menos que con Fernando Savater (http://habladuriacronicasdelocotidiano.blogspot.com/2020/04/no-don-fernando-esto-no-se-acabo.html).  

En los días de encierro, al igual que todos, estoy teniendo ciertos aprendizajes que –para que no queden tan solo en un conjunto de buenas intenciones- quiero recordar y es con esta intención que los enuncio a continuación:

*En momentos críticos quisiéramos vivir en el marco de sociedades: armoniosas, justas, incluyentes, con recursos económicos, instituciones sólidas, normas que se respeten, dirigentes preparados, periodismo plural y honesto...

Antes hay que construirlas

* Como dice Luz Sánchez-Mellado: “Las crisis nos retratan mejor que las rectoscopias. (…) Mientras unos reman a todo bíceps y aplazan el legítimo motín para cuando la vía esté taponada, otros, hartos de pan y wifi en casa o el despacho, reparten sumarísima justicia tuitera sin aportar más que su veneno.”

* Estamos viviendo una situación de por sí muy dolorosa (Covid-19) que se agrava por las condiciones sociales de injusticia, corrupción, impunidad y violencia (organizada, poco organizada, desorganizada) en que nos encuentra.

* La prioridad de la hora es irrenunciable: actuar en forma solidaria.

* Son momentos que se prestan a sentir miedo al mismo tiempo que mucho enojo. Las fronteras entre uno y otro pueden ser difusas.

* Los intereses no descansan y por tanto hay periodistas, políticos, empresarios, intelectuales, etc., que buscan "gestionar" el enorme caudal de enojo social hacia sus objetivos personales y corporativos, en el afán de seguir conservando sus privilegios.

* Ante ello es importante reivindicar el derecho a dirigir el enojo hacia donde lo oriente el análisis de causas que cada quien realice libremente.  

* Llegará el momento de actuar solidariamente para cambiar las condiciones sociales que agravan este momento.

*Son muchos quienes al ver de qué dolorosa manera se ponen de manifiesto las consecuencias de sus propios actos, pasan a ejercer el que Manuel Rivas identifica como el oficio más antiguo del mundo: mirar para otro lado.

Las responsabilidades siempre hay que facturárselas a otros. ¿Será esto lo que Pascal Bruckner identifica como la tentación de la inocencia?

*“La credibilidad es hoy un bien escaso en México. Uno podría pensar que hace algunos años estaba diferenciada: los mexicanos no le creían a los partidos políticos, pero sí al instituto electoral; no le creían al gobierno, pero sí a la sociedad civil; no le creían a algunos medios informativos, pero sí a otros. Hoy, con mediciones de encuestas sobre el tema, podemos ver que la falta de credibilidad incluye a la propia sociedad civil. (…)

Es notable el desdén con el que la ciudadanía trata la información a la que está expuesta. (…) la incredulidad refleja muy probablemente el hartazgo con el estado de cosas.

A los políticos en México se les cree poco o no se les cree, pero los medios de comunicación y las redes sociales no están mucho mejor. Incluso las organizaciones de la sociedad civil comparten hoy bajos niveles de credibilidad, junto con los medios y con las redes sociales, todas por debajo de un tercio de la población nacional que dice creerles mucho o algo. Esto comparado con 1 de cada 10 que dice creerle a los políticos. (…)

Habrá que preguntarse qué necesita la sociedad mexicana para refrescar sus bases de confianza y de credibilidad.”

                                   (Alejandro Moreno. Este País, junio de 2017)

Siempre, pero más aún en este momento que atravesamos, valoramos la credibilidad como bien fundamental que hace posible una convivencia más armónica en nuestras sociedades.

Y esto no podemos encargar que nos lo traigan en un vuelo humanitario junto con los equipos que hoy tanto se necesitan.

*No puedo asegurar que la noticia sea verdadera: algunas fuentes señalan que en las compras de ventiladores y otros equipos médicos realizadas por los gobiernos en estos días, se ha recurrido a intermediarios que han inflado notablemente los precios.

Ojalá y no sea cierto.

En el caso que lo sea:

a) no entiendo entonces para qué tantos agregados comerciales en las embajadas, tantos tratados de colaboración entre países;

b) claro que hay que ganarse la vida, pero hay de formas a formas;

c) declaro a tales mercaderes (intermediarios, jefes de compras beneficiados con la adquisición, etc.) personas non gratas en mi horizonte personal.

Sí, aunque ello los tenga sin cuidado alguno.

*Según lo señala Pablo Mendelevich: “La frase ‘cuanto peor, mejor’ la esculpió, al parecer, un revolucionario socialista ruso del siglo XIX (…) Nikolái Gavrílovich Chernyshevski, cuyos escritos inspiraron a Lenin.”  

Me cuesta mucho creer -y ojalá que mi percepción sea errónea- que desde opciones ideológicas muy diferentes a las que dieron lugar a la frase aludida, haya tantos que en estos difíciles momentos militen a favor de dicha causa.

A ellos también los declaro personas non gratas en mi horizonte personal.

Sí, aunque no les inquiete en lo más mínimo.

*En la evidencia de la crisis provocada por años de complicidad (en el peor de los casos) o ineptitud (en el mejor), invariablemente llega el momento en que los piromaníacos de ayer presumen ser los bomberos de hoy.

* Es curioso -por decir lo menos- que quienes consintieron o, peor aún, generaron las causas hoy se indignan al ver las consecuencias.

Y así es como surge un nuevo movimiento de indignados. Palabra que, por lo visto, ya está dando para todo.

*Finalmente, no quiero olvidar aquellas palabras de Octavio Paz:

…para que pueda ser he de ser otro,

salir de mí, buscarme entre los otros,

los otros que no son si yo no existo,

los otros que me dan plena existencia,

no soy, no hay yo, siempre somos nosotros…

Estos aprendizajes aspiran a no ser efímeros, a quedar en la memoria para que puedan motivar algunos cambios en la forma personal y social de vida. Es por ello que la respuesta a Savater concluía diciendo:

No, don Fernando. En muchos sentidos, esto apenas está empezando.

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Dicho lo anterior –y para expresarlo en el lenguaje habitual en estos casos- Habladuría regresa a su programación habitual.

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