lunes, 20 de abril de 2020

Táctica y estrategia


La profesión de director técnico de equipos de futbol ha venido ganando relevancia en años recientes. Algunos de ellos son contratados por grandes equipos con sueldos, como se dice habitualmente, astronómicos.

Pero felizmente siguen existiendo los otros, los que permanecen en el anonimato trabajando exclusivamente por amor a la camiseta sin otra remuneración que no sean las alegrías cuando su equipo triunfa y las tristezas consiguientes en las rachas adversas.

Uno de ellos es el que para Eduardo Galeano fue el mejor director técnico que conoció, “(…) un señor que se llamaba Cóppola, que dirigía al equipo de un pueblito muy chiquito de Uruguay, Nico Pérez.” Un detalle lo pinta de cuerpo entero: “Era peluquero, un día se sacó la grande [el premio mayor de la lotería] y puso un cartelito en su local: Cerrado por exceso de capital.” La forma en que dirigía a su equipo –continúa Galeano- no tenía mayor misterio.

La cosa es que toda la táctica y toda la estrategia de Cóppola se reducía a lo siguiente: acompañaba a sus jugadores a la cancha, los palmeaba en la espalda a medida que iban saliendo y les decía, sencillo: “Muchachos, ¡buena suerte!”.

Aun cuando esto haría reír de buena gana a un entrenador profesional, no conviene olvidar que aquella buena suerte que invocaba Cóppola sigue jugando en las grandes ligas.                                                                                         

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