Un tema clásico del
vínculo familiar es la relación entre suegras y nueras que ha dado lugar a
múltiples consideraciones y chistes. Traigo la cuestión a colación porque hace
ya unos cuantos años leí una nota de prensa que llamó mi atención.
(...) los
hombres italianos tienen una característica especial que les diferencia de los
españoles o los japoneses por mucho amor que éstos tengan por sus progenitores:
les unen unos fuertes lazos con la figura materna, la celebérrima mamma.
A pesar de haberse convertido en adultos, casados y padres, el 43% de
ellos continúa viviendo a menos de un kilómetro de su madre, según una encuesta
del Instituto Nacional de Estadística italiano (ISTAT) hecha pública el año
pasado [2000].
La nota agregaba que había una marcada diferencia según las zonas del
país. “La muestra italiana diferencia claramente el sur del país, donde el
porcentaje de los hijos a tiro de piedra de sus madres alcanza el 48%, de las
regiones del norte, donde desciende al 34%.”
Por asociación libre recordé un artículo de Rafael Escandón en el que
se refiere a una situación que tuvo lugar en otro escenario.
Muchas personas recurren a los
consejeros de los periódicos en busca de soluciones para sus problemas. Una de
las personas más conocidas en los Estados Unidos con esa profesión es Abigail
Van Buren, a quien le llueve la correspondencia diariamente. No dejan de ser
interesantes muchas de sus sugerencias.
Un día recibió una carta que rezaba así:
“Querida Abby:
“No sé que puedo hacer con mi esposo.
Quiere tanto a su madre que muchas veces ignora nuestro compromiso matrimonial.
Un día le pregunté que si su madre y yo fuéramos en un bote y si éste se
volteara, ¿a cuál de las dos recogería primero? Y tuvo el descaro de decirme
que primero salvaría a su madre. ¿Qué hago?"
La respuesta de Abby –continúa Escandón-
fue un tanto lacónica:
"¡Aprenda a nadar!"
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