Siempre han existido quienes no se midieron en gastos a la
hora de invitar a banquetes y ágapes en honor de ilustres personajes de su
tiempo. Se trataba de halagar al personaje, claro está siempre con segundas intenciones
de obtener privilegios y prebendas.
Fue el caso del senador de Génova quien, nos cuenta Wislawa Szymborska, brindó
uno de estos reconocimientos públicos al monarca.
Leí en algún lugar sobre el festín que
organizó el senador de Génova en honor a Carlos VI del Sacro Imperio Romano
Germánico. Las valiosas vajillas en las que el emperador tuvo a bien comer y
beber fueron arrojadas al mar al son de las trompetas. Un gesto eminentemente
noble, pero…
Sabido es que el pero es una palabra breve que tiene
el poder de cambiar el rumbo de una historia. Y esta -siempre siguiendo a Szymborska-
no es la excepción
…lo que vino a continuación ya no lo fue
tanto. Se extendieron sobre el mar redes invisibles con las que consiguieron,
al día siguiente, recuperar todas las riquezas de las profundidades del mar.
¿Habrá llegado el desenlace de esta historia a oídos de
Carlos VI? No tenemos noticia de ello.
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