viernes, 17 de julio de 2020

Vivir el presente mirando al pasado y al futuro


Hay momentos en la vida en que se vuelve sumamente recomendable salirse del tiempo presente; según José Jiménez Lozano fue Bernardo de Claraval quien en el siglo XII hizo un importante aporte al respecto.

Entre tantas formulaciones maravillosas y mágicas de este hombre está la de llamar al Oficio, el canto de las horas, “memoria futurorum”: el recuerdo de las cosas futuras, cuya finalidad es que, con su belleza, aplaque la ansiedad de la espera y apunte algo del misterio de lo que se espera.

El mismo Jiménez Lozano presenta otro ejemplo, en este caso de su tiempo, donde la mirada se vuelve hacia el pasado.

La fórmula en cuestión la he recordado cien veces cuando me he acercado a gentes que se estaban contando cosas en la solana y, cuando les he preguntado qué hacían, me han contestado que contándose y recordando, porque ya eran viejos y sólo les esperaba la muerte y si, detrás, hay algo. Es decir: el recuerdo de vidas de hombres e historias de hombres como “memoria futurorum”, porque ese recuerdo se convierte en el presente y futuro de sus vidas. Quieren seguir viviendo en suma. Y, entonces, me he dicho: “tienes que hacer bien el oficio para aplacar la ansiedad, dulcificar la espera”.

Así tanto en el siglo XII como en el presente se trata, en palabras de José Jiménez Lozano, de “aplacar la ansiedad y dulcificar la espera”.

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