lunes, 6 de julio de 2020

Reacciones gremiales: payasos


Hay quienes para defender su oficio terminan atacando -muchas veces en forma involuntaria- el de otros. Hubo tiempos en que ello fue práctica común y nadie protestaba.

Sin embargo, los tiempos han cambiado y hoy todos estamos más sensibles al respecto. De ello da cuenta una nota de Harper’s, junio 2013 citado en Nexos julio 2013.

En el mes de marzo Bernhard Paul, fundador y director del Circo Roncalli de Alemania, le envió esta carta abierta a Peer Steinbrück, el candidato socialdemócrata a la cancillería de Alemania, quien en febrero se refirió a los políticos italianos Beppe Grillo y Silvio Berlusconi como “dos payasos”:

Estimado Sr. Steinbrück:
No tengo nada contra usted o sus similares. Dicho esto, me sentí desdeñado por su comentario alusivo a los payasos en referencia a los resultados electorales en Italia. Me siento por lo menos tan insultado como el presidente italiano. El circo es una institución que ha luchado por sobrevivir en Alemania durante muchos años. Goebbels lo excluyó de la cultura durante el Tercer Reich y desde entonces ha existido a duras penas, a pesar de ser reconocido y apoyado como parte de la cultura en la Unión Europea. Pero no en Alemania.
El símbolo del circo ha sido siempre el payaso. Personaje con raíces en la comedia dell’arte, ha dado grandes nombres como Grock, Charly Rivel, Oleg Popov, y muchos otros. Los payasos han inspirado a autores de la literatura mundial desde Heinrich Böll a Arthur Miller, directores de cine desde Fellini a Ingmar Bergman, y pintores desde Toulouse-Lautrec a Picasso. Pero usted utiliza la palabra “payaso” como un insulto. Creí que vivíamos ya en un tiempo en que los políticos, para ser políticamente correctos, evitaban términos como Zigeuenerschnitzel (“schnitzel gitano”), cuando las reposterías prefieren llamarle a un Mohrenkopf (“cabeza de moro”) “merengue con antecedentes de inmigrantes”, y los libros para niños se han reescrito porque algunas palabras ya no se juzgan aceptables.
Y ahora usted, entre todas las personas posibles, un político de alto rango con amplia experiencia en taparse la boca, comete el faux pas de reducir la honorable profesión de payaso a un insulto. Supongo que usted trataba de ser divertido, lo cual en principio puede no ser una cosa mala para un político. Pero hay una enorme diferencia entre decir algo divertido y divertirse a costa de algo. Los comediantes son como los políticos, y como mi amigo Johannes Rau solía decir en estas ocasiones, citando a la Biblia: “Muchos son los llamados, pero pocos los elegidos”.
              Saludos de un payaso triste,
                        Zippo
              Alias Profesor Bernhard Paul
              En nombre de mis colegas artistas

Me imagino que con semejante respuesta el señor Steinbrück lo pensará mucho antes de referirse nuevamente en forma despectiva a ese gremio.

Por cierto, menos mal que Zippo no se enteró que -según nota de prensa de julio de 2019- Axel Kaiser (analista chileno de tendencia conservadora) señaló: “En política llega cualquier payaso y dice barbaridades”. Lo que no le hubiera dicho.

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