Uno de los grandes asombros de los
españoles al llegar a América fue provocado por el uso del tabaco. Según Álvaro
Armero los primeros cultivos de que se tiene noticia se localizaron entre Perú
y Ecuador.
Expertos en genética vegetal han
determinado que el centro del origen del tabaco, el lugar donde se cultivó por
primera vez, se sitúa en la zona andina entre Perú y Ecuador. Los primeros
cultivos debieron tener lugar entre cinco mil y tres mil años a. de C.,
posteriormente se extendieron hacia el norte.
Cuando tuvo lugar el llamado descubrimiento
de América (expresión cuestionada en la actualidad) su uso -como lo refiere
Armero- ya se había extendido mientras que al tabaco se iban atribuyendo diversos
beneficios.
Cuando se descubre América, el consumo
estaba extendido por todo el continente. Fumar (inhalar y exhalar el humo del
tabaco) era una de las muchas variedades de consumo en América del Sur. Además
de fumarse, el tabaco se aspiraba por la nariz, se masticaba, se comía, se
bebía, se untaba sobre el cuerpo, se usaba en gotas en los ojos y se usaba en
enemas. Su aplicación poseía remedios benéficos, curativos y mágicos para las
más variadas faenas, tanto en ritos como soplarlo sobre el rostro de guerreros
antes de la lucha, cuanto se esparcía en campos antes de sembrar, se ofrecía a
los dioses o se derramaba sobre las mujeres antes de una relación sexual como
excitante afrodisiaco.
Ahora bien respecto a quiénes fueron los
primeros españoles que repararon en ese cultivo existen diversas hipótesis y
Antonio Ros registra algunos nombres
En la Isla de Cuba, y en las tropicales riberas del
Caunau, dos marineros de la gloriosa expedición del Gran Almirante, los
españoles Luis de Torres y Rodrigo de Jerez, descubrieron a fines del año 1492
una curiosa planta, de fruto en cápsula cónica, preñada de diminutas semillas,
con corolas de color amarillo limón o rojo escarlata.
Para Armero el propio Almirante tuvo un
papel protagónico en el asunto.
La llegada de Colón a Cuba en 1492
permitió la exploración hacia el interior de la isla. El 4 de Noviembre de 1492
se obtuvo la información del “sorprendente hallazgo, de los tizones encendidos,
de la costumbre del uso del tabaco” siendo esta la primera referencia
histórica. Pero, como intuye el viajero, la costumbre tiene una larga historia.
Dicen que Cristóbal Colón miró asombrado a los naturales del Caribe largando
humo por sus narices tras chupar de una caña en cuyo extremo se quemaban unas
hojas secas y aromáticas.
También da cuenta que Hernán Cortés
quedó impresionado por tan extraña costumbre. “Cuando Hernán Cortés conquistó
México en 1519, observó que Moctezuma y los dignatarios aztecas fumaban en
artísticas pipas, mientras los nativos aspiraban el humo en cañas ahuecadas.”
Otro capítulo de la historia tiene que
ver con la forma en que esta costumbre se fue difundiendo en Europa; es Antonio
Ros quien lo explica
Esa semilla la introdujo primero que
nadie en España y Portugal, el fraile Roberto Pane. En Francia su embajador en
Lisboa, Jean Nicot, quien la llevó como regalo a la reina Catalina de Médicis,
allá por los años de 1540. Maravillada de sus efectos, la esposa de Enrique II
de Orleáns protegió con entusiasta tesón el cultivo de la planta. Cuarenta y
cinco años después da a conocer el almirante [Francis] Drake la semilla en
Inglaterra, y es, a su vez, Walter Raleigh quien más tarde enseña a los
británicos a fumar sus hojas. Y Linneo, de esta planta solanácea, nacida en las
islas y el continente americano, de médula blanca, velloso tallo, raíz fibrosa
y flores en racimo, crea la especie Nicotiana tabacum, en caprichoso y
arbitrario recuerdo del diplomático francés ya citado.
Por otra parte, según Álvaro Armero fue “Francis
Drake (…) quien impuso la costumbre de fumar en pipa en la corte inglesa.”
Claro que no podían faltar situaciones curiosas
debidas a la reacción de aquellos que desconocían la costumbre. Es C. Urzaiz quien
da cuenta de una de ellas
Sobre el tabaco se refieren anécdotas
enjundiosas cuyo conjunto convendría agrupar en una “biografía pintoresca”. El
primer hecho memorable data de 1560 cuando Gualberto Raleigh, uno de los
principales introductores del hábito en Europa, se entregó al flamante gusto
ante sus criados y los fámulos, viendo a su amo “incendiado”, le cayeron a
cubetazos de agua hasta apagarlo, haciéndolo sopa.
Llegará el momento que en este espacio
veamos opiniones encontradas entre quienes actualmente están en contra del uso
del tabaco y aquellos que lo defienden. Podemos adelantar que el debate
presenta puntos del mayor interés.
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