De larga data viene la
historia de buscar alternativas que hagan posible un lento envejecimiento. Con
esa finalidad se ha recurrido a los más diversos tratamientos pero aún así
siempre hay espacios para el asombro, tal como lo pone de manifiesto esta nota
de prensa de febrero de 2015.
Una parálisis facial puede tener diversas causas,
desde un accidente cerebrovascular hasta el contagio de algún virus. Pero
decidir libremente no mover nunca más los músculos del rostro para prevenir la
aparición de arrugas, es otra cosa totalmente distinta.
Cuando tenía 10 años, Tess Christian resolvió que
no sonreiría más. Y no es que su vida haya sido triste o haya visto en ello una
forma de rebelión, sino que simplemente deseaba conservar la apariencia jovial
de su rostro para cuando fuera mayor. De eso ya han pasado cuatro décadas y hoy
Tess en realidad no representa la edad que tiene: 50 años.
“No tengo arrugas porque me he entrenado a mí misma
para controlar mis músculos faciales”, explicó la mujer al periódico británico
“Daily Mail“.
Pero no vaya a
creerse que es cosa fácil, se presentan momentos críticos en los que mantener
la disciplina no es tarea sencilla. “Tan a pecho se tomó su propósito que
incluso evitó sonreír el día de su matrimonio o cuando nació su hija, a pesar
de que reconoció que en ambas situaciones su felicidad era inmensa.” Admite
Tess que la educación que recibió fue una ayuda de consideración para lograr su
objetivo.
“Sí, soy vanidosa y quiero mantenerme joven”,
admitió, y agregó que en su decisión también influyó mucho el tipo de educación
que recibió en un estricto colegio católico, donde a las religiosas les
desagradaba que los niños sonrieran. “Siempre me dijeron que borrara la sonrisa
de mi cara”, aseguró.
Deja en claro que
esta medida no la ha distanciado del gusto por la vida. “Amo la vida. Sólo que
no siento la necesidad de mostrarlo caminando con una sonrisa fija en mi
rostro”, dijo. Tan solo cree que su tratamiento es más efectivo (y seguramente
menos costoso, por lo menos en términos económicos) que otros que ofrece el
mercado: “Mi estrategia en más natural que el botox y más efectiva que
cualquier crema de belleza o tratamiento facial”, afirmó.
Ahora bien ¿tiene
algún asidero científico la propuesta? De acuerdo con el artículo mencionado hay
opiniones autorizadas que la avalan.
“Efectivamente, las zonas que tienen mayor
movimiento son las que más se arrugan, por ejemplo los codos, los pliegues de
las muñecas, las rodillas o los párpados. Esto se debe a que el movimiento
muscular arrastra la piel y ésta se va fracturando en las zonas donde hay menor
tensión”, explica Blanca Girardi, médico cirujano especialista en estética de
la Clínica Estétika Médica.
Así, en teoría, si una persona deja de mover
ciertos músculos, entonces en esa zona no se le formarán arrugas. Sin embargo,
dice la especialista, hay personas que por más que sonríen, no se le forman
pliegues en su rostro, lo cual también tiene que ver con la calidad de su piel.
Girardi agrega que la “ínsólita” y “drástica”
medida adoptada por Tess, efectivamente se parece a lo que hacen las
inyecciones de toxina botulínica. “Lo que hace el botox es prevenir que se
mueva el músculo y, secundariamente, que la piel se vaya regenerando en esa
zona, vaya perdiendo esos pliegues de mayor tensión y vaya generando un efecto
más definitivo”, explica.
Claro está que en este
terreno tampoco es posible prescindir de las contraindicaciones y los efectos secundarios.
No obstante, la especialista resalta que, aunque en
teoría dejar de sonreír es efectivo para no tener arrugas, también hay ciertos
efectos colaterales. “Los músculos de la sonrisa están conectados con el
cerebro, y generan cambios y sintetizan endorfinas que son súper necesarias
para la vida. Entonces, la medida es demasiado drástica, habiendo otras
alternativas para combatir las arrugas como el botox; los rellenos; el láser
CO2, que produce un recambio en la piel; y los tratamientos revitalizadores,
como plasma rico en plaquetas o mesoterapia”, concluye Girardi.
Existen fundadas
sospechas -concluye la nota- que la estrategia considerada no es tan original.
(…) Tess no es la única mujer en el mundo que ha
resuelto no sonreír para evitar las arrugas. De hecho, en diciembre pasado, la
famosísima Kim Kardashian explicó en Twitter que en la mayoría de las
fotografías aparece con una expresión seria, porque “sonreír muy a menudo
provoca arrugas”.
Al parecer lo mismo piensan la actriz Kristen
Stewart y la cantante Rihanna, a las que pocas veces se las ve con una gran
sonrisa en su rostro. Y qué decir de la ex Spice Girl Victoria Beckham, cuya
sonrisa ha sido apodada como “la menos vista de Londres”.
En relación a lo
anterior solo resta preguntar ¿por qué hay personas que han sonreído muy poco
en su vida y sin embargo sus rostros están tan arrugados? Seguramente usted,
improbable lector, conozca alguna. Yo también.
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