Si
bien la tartamudez ha sido estudiada por muchos especialistas aún se mantienen varios
interrogantes. La revista de divulgación Muy
Interesante se ocupó del tema.
No es ninguna enfermedad ni va asociada a ninguna
deficiencia, simplemente, quienes sufren este problema, necesitan más tiempo
para expresar sus ideas. (…) La
tartamudez no va ligada a ninguna anormalidad, deficiencia, ni disminución de
la inteligencia. Además existen diferentes formas de tartamudeo: repetición de
palabras, bloqueos al hablar, alargamiento de sonidos…
A pesar de todas las investigaciones científicas que se
han llevado a cabo sobre la tartamudez todavía no existe ningún tratamiento
definitivo ni se ha conseguido explicar este problema. Ni siquiera la genética
o la neurociencia han logrado revelar las claves del tartamudeo.
Muchas
han sido las conjeturas -continúa la revista- en cuanto a los orígenes de la
tartamudez.
El mismísimo Aristóteles pensaba que las personas
tartamudeaban porque pensaban más rápido de lo que podían hablar, de modo que
la responsable última de la tartamudez era la lengua, al ser incapaz de seguir
la velocidad con la que fluían las ideas. (…)
El doctor Febricus Hildanus, allá por el año 1608,
mantenía que los tartamudos tenían un frenillo en la lengua mucho más gordo de
lo normal de modo que su radical solución era, precisamente, cortar ese
apéndice. Evidentemente el sistema no mejoraba la tartamudez. (…)
Sigmund Freud pensaba que la tartamudez tenía algo que
ver con las funciones de excreción, pues hablar se veía como un acto de
expulsar algo al mundo externo. De este modo opinaba que los bloqueos típicos
de este problema eran una especie de estreñimiento del lenguaje.
La
nota alude a algunos de los muchos personajes históricos que fueron tartamudos.
Demóstenes fue un famoso orador ateniense que vivió entre
el 384 y el 322 antes de Cristo. Para reforzar su voz y mejorar su tartamudez
practicaba en la playa hablando con piedrecitas en la boca hasta que se le
podía oír entre el ruido de las olas. También subía por colinas cargando peso
en el pecho para aumentar su capacidad pulmonar. (…)
Muchos famosos de distintos campos nutren la larga lista
de tartamudos eméritos. Entre ellos están Marilyn Monroe, Miguel de Cervantes,
Aristóteles, Isaac Newton, Jorge VI, James Stewart Charles Darwin, Clara
Barton, Winston Churchill…
Y
hace una referencia especial al caso del rey Jorge VI.
Una de las mejores películas de los últimos tiempos, “El
discurso del Rey”, precisamente aborda el problema de la tartamudez en la
historia. Exactamente, el film que logró el Oscar a la mejor película en 2010,
trata del discurso que debía formular el rey Jorge VI en el inicio de la II
Guerra Mundial. Para vencer la tartamudez y dar una impresión de fortaleza
frente al pueblo acude a un fonoaudiólogo, Lionel Lodge.
La
citada revista presenta también algunas cifras al respecto.
La tartamudez, que algunos expertos vinculan a un exceso
de dopamina en el cerebro, afecta cuatro veces más a los hombres que a las
mujeres. (…)
Según los estudios realizados hasta el momento, el 5% de
los niños empiezan con esta disfunción entre los 2 y los 6 años, justo en la
etapa en la que se desarrolla el aprendizaje del lenguaje. De prevenirse a
tiempo puede llegar a corregirse totalmente en el 80% de los casos.
El
humor no ha sido ajeno al tema por lo que Woody Allen comenta que “(…) Joachim B. tartamudeaba. Pero no cuando hablaba.
Sólo cuando escribía. Si por ejemplo escribía la palabra ‘por’, en la carta
aparecía ‘p-p-p-p-por’.” Mientras
que para Coco Manto “Quizás a los tartamudos sólo les falta un poco de
lubricante”.
Finalmente están los que sostienen que la tartamudez
es una virtud porque quienes la tienen deben pensar más lo que van a decir y
que al hablar en forma más pausada necesariamente dicen menos tonterías que el
resto de las personas.
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