Hay
días que se ponen difíciles; muy mucho, en el decir de tantos. Hoy es uno de
ellos.
Escucho
el programa mañanero de noticias en que se presentan testimonios
escalofriantes. Enseguida evoqué un texto de Juan José Millás que leí hace un
tiempo, lo busqué y aquí está.
Conviene
partir del hecho de que no hay solución. Para nada. No hay solución para nada.
La vida no tiene solución, la vida no es un problema del que conoces unos datos
de los que debes deducir otros. Una vez que aceptas ese hecho, que no hay
solución, te hacen menos daño las atrocidades que contemplas a diario. No hay
solución, te dices. Buenas noches.
Cuando
lo leí me sentí muy lejos de su punto de vista. Ahora me identifico con él.
Confío
que mañana me vuelva a sentir lejos.
¡Qué
digo mañana, ojalá y sea al rato!
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