De
todos es conocida la forma protocolar en que se presenta habitualmente a conferencistas
y expositores en los diversos actos en que participan. Por mi parte estaba en
el error de considerar que no había mayores posibilidades de innovar en esa
materia.
Digo
estaba porque tuve la fortuna de dar con el siguiente texto de Thomas Moore
Un amigo
me presentó una vez al público ante el cual yo iba a dar una conferencia.
-Voy a
decirles –les anunció- todo lo que Tom no es. No es un artista, no es un
erudito, no es un filósofo, no es…
Por
supuesto que la reacción de Moore no se hizo esperar
Me sentí
un poco mortificado al oír tantas cosas que no era. En aquel momento estaba
enseñando en una universidad y eso suponía por lo menos la ilusión de que era
un erudito.
“Sin
embargo -reconoce-, yo sabía que no lo era”, por lo que poco después cambió
radicalmente su opinión: “la insólita presentación de mi amigo fue sensata, y
absolutamente correcta”.
Y a
partir de ello Thomas Moore extiende una invitación que parece digna de ser
tomada en cuenta.
Quizás a todos
nos viniera bien, de vez en cuando, vaciarnos de nuestra identidad. Si
consideramos quiénes no somos, tal vez tropecemos con la sorprendente
revelación de quiénes somos.
A esa
alternativa la vincula con una perspectiva mística.
De nuevo
ese testamento absoluto del vacío lleno de alma que el Tao te King (cap. 22) (…) nos dice en palabras en las que también
resuenan ecos de Jesús: “Cuando estés torcido, estarás derecho; cuando estés
vacío, estarás lleno”.
La
invitación queda formulada.
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