Tarea
difícil la de trazar el propio perfil por la subjetividad implicada en ello, el
afán negador y la dificultad de encontrar las palabras adecuadas.
Sin
embargo hay quienes logran hacerlo con maestría, independientemente que dicha
caracterización correspondan o no con la realidad. Hay ejemplos de ello -a los
que nos referiremos en otra ocasión- muy conocidos. Entre los que no lo son
tanto, encontramos a Isaac Bashevis Singer
No era
alto ni bien parecido, y hablaba un polaco deficiente. Cada vez que me miraba
en el espejo poco menos que me asustaba de mi propia cara. El escaso cabello
que subsistía en mi cabeza era de un rojo encendido. Mi rostro era pálido, a
menudo blanquecino como el de quien acaba de levantarse de su lecho de enfermo.
Tenía las mejillas hundidas, las orejas separadas del cráneo, la espalda
encorvada. Las mujeres continuamente corregían mi polaco, me indicaban que llevaba
la corbata torcida, que mis pantalones parecían a punto de caerse y que los
cordones de mis zapatos estaban desatados. Sufría de frecuentes catarros y, por
muchos pañuelos que tuviera, siempre estaban usados.
Ante
semejante descripción es imposible no hacerse una idea del personaje en
cuestión.
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