Frente
a tantas situaciones de violencia, injusticia, desigualdad, marginación,
corrupción, inequidad, abandono, falta de oportunidades, descuido de la salud,
carencias en educación y un largo etcétera que se presentan en nuestro mundo,
los adultos deberíamos solicitar e implorar públicamente el perdón por parte de
niñas, niños y adolescentes, apelando a su grandeza y comprensión (cualidades ausentes
en nosotros).
Claro
que no todos tenemos el mismo grado de responsabilidad o culpa en el actual
estado de la sociedad, pero nadie queda fuera de ello porque al decir de Luis
Pérez Aguirre “(...) los coetáneos debemos comenzar reconociendo que al menos
una parte de nosotros ha sido, si no causa, sí al menos condición de
posibilidad de la catástrofe. Y tendremos que pedir perdón a la generación que
viene.”
David
Grossman -citado por Laura Freixas- asume su parte
Les pido
perdón, niños, por no haber conseguido crear una realidad mejor para ustedes.
Es evidente que la guerra ya no tiene sentido, todo el mundo lo sabe tanto en
Israel como en Gaza, pero es imposible parar. Es más fácil hacer la guerra que
la paz.
Por
supuesto que no basta con ello.
Ese
reconocimiento sería tan solo una pequeña parte en el enorme compromiso que
tenemos por cambiar el curso de esta historia.
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