Tal
vez conocemos a alguien de esta especie (para el caso que tengamos la suerte de
no formar parte de ella): aun cuando es difícil de comprender existen quienes
encuentran dicha en la desdicha; felicidad en la infelicidad.
Giovanni
Papini se detuvo en ellos.
Parece imposible
Y, sin embargo, he conocido criaturas humanas
–especialmente mujeres- que sufrían terriblemente por falta de preocupaciones y
sinsabores. La tristeza y la congoja constituían su clima natural y no hallaban
sosiego hasta que no llegaba algún mal a ocuparlas, a preocuparlas, y, casi
diría, a distraerlas. Cada desgracia era, para aquellos seres singulares, una
gracia y se las veía cultivar amorosamente la desdicha como nosotros cultivamos
la amistad y el genio.
Las
preguntas son muchas, ¿qué tanto incide en ellas lo genético?, ¿o el entorno en
que fueron educadas?, ¿o los acontecimientos que debieron enfrentar y marcaron
su vida?
Cuestiones
que intentan responder los especialistas. Lo cierto es que al decir de Wislawa
Szymborska: “Siempre hay personas que solo se sienten felices cuando son
infelices.”
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