martes, 4 de abril de 2023

Sugerencias para bien venderse a uno mismo

 

Mucho se ha repetido en estos tiempos de fuerte presencia de las redes que cada quien debe ser su propia agencia de publicidad y de no ser solvente en ello, corre el riesgo que su trabajo -por bueno que sea- quede en los márgenes del anonimato.

A Marta D. Riezu le interesó el tema y nos advierte de uno de los grandes retos que se presenta en relación a ello: “Una de las elegancias más difíciles de aprender es la de venderse a uno mismo.”

Pero no se queda en identificar el riesgo sino que enuncia tres sugerencias básicas para lograrlo.

La primera de ellas es no ser ansioso: respetar los tiempos, diseñar una estrategia adecuada, saber esperar (no comer ansias, diríamos por estos rumbos).

En segunda instancia hay que saber hablar sin miedo. El punto lo ilustra nada menos que con el ejemplo de Toni Morrison, reconocida editora y escritora, que supo impulsar a varias colegas, así como abrir espacios en las universidades “a los Black Studies y a la conversación poscolonial”. Es así como Morrison

Animaba a las autoras a ensayar su tono de voz, su modo de presentarse, y a convenir sueldos y adelantos. “Cuando yo iba a pedir un aumento me ofrecían una miseria, y aprendí a pactar. ‘No, la oferta es muy baja. Usted es el jefe, y sabe lo que quiere. Yo también sé lo que quiero. Mi trabajo es un negocio, no soy una chica jugando a ser escritora’.”

Finalmente, su tercera sugerencia consiste en “ser un poco sinvergüenza”, lo que ejemplifica con la exitosa estrategia de un aspirante a escritor.

El fabuloso y despiadado A. J. Liebling escribía tan bien de gastronomía (no hay más que verle el cuerpazo) como de boxeo. Detestaba la escritura desde la comodidad del escritorio: “Lo único en lo que piensan los periodistas es en volver a casa con su mujer y sus niños, en lugar de andar por los bares empapándose de información.” Recién llegado a Nueva York y sin trabajo pagó tres días a un hombre anuncio -esos que llevan un cartel-sándwich encima- para que se pasease delante del edificio del New York World de Joseph Pulitzer. En el cartel ponía: “Contratad a Joe Liebling”.

El plan dio buenos resultados y poco después sus textos comenzaron a ser publicados en el citado periódico.

Ahora bien, Marta D. Riezu reconoce su falta de habilidad en la materia y acepta que no es buena para venderse; de esta manera se suma a la multitud de quienes saben dar consejos que no aplican a sí mismos.

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