En base al artículo publicado
por Núria Jar en el periódico La Vanguardia (Barcelona) el 23 de julio
de 2017 acerca de médicos convertidos en pacientes, ya hemos presentado en este
espacio dos notas que aluden a ello (http://habladuriacronicasdelocotidiano.blogspot.com/2019/10/un-diagnostico-esquivo.html
En esta ocasión, y en
base al mismo artículo, veremos otro caso en el que un doctor en forma repentina
se transforma en paciente.
La (…)
metamorfosis de médico a paciente sucedió dentro de un escáner de rayos X.
Concretamente en la misma máquina que el doctor Manel Escobar, director clínico
de diagnóstico por la imagen del hospital Vall d’Hebron, utilizaba a diario
para diagnosticar y hacer el seguimiento de pacientes con cáncer. Un lunes,
posterior a un fin de semana con molestias, Escobar pidió a su técnico de
radiología que le hiciera un escáner.
El propio doctor
Escobar supo de inmediato de qué se trataba
(…) él
mismo fue quien interpretó la fotografía donde apareció un cáncer de páncreas localmente
avanzado. “Como radiólogo sabía exactamente ante qué estaba: uno de los
cánceres con peor pronóstico”. Le esperaba un tratamiento duro de
quimioterapia, radioterapia y una cirugía muy agresiva para el abdomen.
Felizmente, aclara la nota,
el padecimiento del doctor Manel Escobar tuvo una evolución favorable, lo que le
ha permitido de forma vivencial confirmar algunos conocimientos.
Ahora que
lo ha superado quiere compartir su experiencia para inspirar esperanza en
otros. “Creo que el aspecto psicológico de una enfermedad, cómo se siente un
paciente y cómo le hacemos sentir los médicos, es fundamental para que el
proceso de curación sea bueno”.
A escala
emocional no todo el mundo encara una enfermedad del mismo modo.
Sostiene que mantenerse
activo, ir a trabajar aun en condiciones tan especiales fue para él un aspecto decisivo
en su recuperación.
El doctor
Escobar iba al hospital conectado a una petaca que le subministraba
quimioterapia durante 48 horas. “Yo iba a trabajar no porque fuera un héroe,
hacía un esfuerzo porque psicológicamente para mí era vital sentir que estaba
en el proceso de curación”.
En esas estaba -señala
la nota de Núria Jar- cuando se presentó un pequeño acontecimiento al que el
doctor Escobar atribuye particular relevancia.
El tumor
se le había reducido mucho y, contento, bromeaba sobre su recuperación. De
repente, un oncólogo joven le respondió: “Eso ya lo veremos”. A pesar de que no
lo dijera adrede, aquel comentario le dejó “absolutamente hundido”, detalla del
recuerdo.
Aquellas escasas
palabras del joven colega (a quien no atribuye mala intención) le dejaron muy
mal sabor en su experiencia como paciente.
Sería conveniente
(aunque la sugerencia llegue tarde y exista ya una amplia biblioteca sobre la
materia) que los médicos devenidos en pacientes dejen por escrito sus
aprendizajes de cuando les tocó estar del otro lado del mostrador.
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